El que pregunta con mala intención no merece conocer la verdad

 "¡La voz del pueblo es la voz de Dios!" - exclamaba con altanera seguridad un anti-católico hace no mucho tiempo. Decía eso refiriéndose a los tantos rumores malos que se comentan en las redes sociales acerca de la Iglesia Católica; como asegurando que todo lo que se dice en internet es verdad.

Le contesté que si eso fuera cierto Entonces tendríamos muchas "verdades" diferentes y contradictorias, incluso entre los que dedican su tiempo en habladurías contra la Iglesia.
No se ponen de acuerdo ni siquiera para blasfemar. Los que hablan así carecen de pensamiento crítico y analítico, no consiguen sumar ni restar ni sacar conclusiones objetivas, porque lo único que quieren es imponer su manera de pensar y lucirse como "el nuevo profeta o el intelectual del momento".
Siempre veo a estas personas escribiendo muc
has líneas llenas de odio contra Dios y contra la Iglesia, intentando parecer piadosos para que los ignorantes caigan en sus redes. Luego, se cruzan con un católico instruido y hacen preguntas con toda la malicia posible, sin ninguna intención de aprender.
Estas personas no merecen nuestra atención, no merecen que gastemos tiempo en ellos. ¡No! A no ser que... se cumplan algunas condiciones para un diálogo en público y así los oyentes puedan aprender a responder a este tipo de individuos malintencionados.


Las condiciones son sencillas:
- diálogo o debate en público, ya sea cara a cara o virtual.
- elegir un tema específico y no salirse del tema.
- fundamentar argumentos con la Biblia.
Condiciones tan sencillas que los charlatanes salen corriendo o desaparecen.
La apologética ayuda a aclarar dudas, responder preguntas de los hermanos confundidos y separados, con el único objetivo de acercarles de nuevo al camino de la Verdad en Cristo Jesús.
Ciertamente hay personas que no merecen conocer la verdad debido a la mala intención que tienen en el corazón. Pero, no debemos olvidar que la voluntad de Dios es que Todos los hombres se salven y lleguen al pleno conocimiento de la Verdad (1Tim 2,4): y para esto se vale de cada uno de nosotros que decimos ser Cristianos Católicos.

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